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“Mal se recompensa con agradecimiento a un maestro, cuando se sigue siendo un discípulo ¿por qué no queréis hacer trizas mi corona? Me veneráis; pero ...si vuestra veneración se derrumba un día? Cuidad que no os mate una estatua. No os habíais buscado aún; cuando me encontrasteis. Así hacen todos los creyentes. Ahora os mando que me perdáis y que voz encontréis a vosotros mismos; y tan solo cuando halláis renegado de mí, retornaré a vosotros”.
Federico Nietszche.
Así hablaba Zaratustra.
A la memoria de Jesús Eduardo en quien no supe advertir la dimensión de su silencio, de su enfermedad, de su esfuerzo, para que aún con la enfermedad que carcome, tener el valor y la fuerza, que no es fuerza física- para poder ponerse a la altura (por abajo y por arriba) de los otros, tanto en un acto lúdico, una broma, un suspiro, incluso un guiño hacia al deseo, a la carne pues. Y además darle tiempo (lección para los que supuestamente no tenemos limitaciones, yo no sé de que tipo) de entrarle al duro esfuerzo por adquirir el conocimiento.
Sea lo que fuera, la mirada positivista o la mirada estructural, mereció tu esfuerzo (me consta) para ponerte más allá de un diagnóstico que te condenaba a una condición de inútil que nunca aceptaste y por lo cual reclamaste un lugar que se quedó a la mitad del camino. Mi drama, Jesús Eduardo, es ser testigo de esta tu vida, cuando veo otras vidas, la mía misma, con la plenitud de las condiciones físicas, que no corresponden a las condiciones anímicas que fueron tu motor.
He vivido ya muchos duelos, tú eres otro más. Y esta vez que vuelve a pasar siento una gran necesidad de volver a pensar como niño, cuando me prometían que había otra vida, y que volvería a ver al que se fue.
Hoy sé, después de muchos desengaños, que nunca nos volveremos a ver, por eso es más profundo el dolor, solo quiero decirte que queda tu huella… en los que hablaran de ti, en los que te recuerden para bien, o para mal, Ten la seguridad, y eso si Jesús Eduardo, eso hace historia, la historia es la palabra en boca de los vivientes que te hacen histórico nombrándote, recordándote… piensa por ejemplo que uno de tus nombres a cuantos años siguen haciendo historia, también para mal o para bien, a ti para bien ese es mi deseo por el ambiente que advierto alrededor tuyo.
Un abrazo donde quiera que estés.
José Luis Maldonado Román
Federico Nietszche.
Así hablaba Zaratustra.
A la memoria de Jesús Eduardo en quien no supe advertir la dimensión de su silencio, de su enfermedad, de su esfuerzo, para que aún con la enfermedad que carcome, tener el valor y la fuerza, que no es fuerza física- para poder ponerse a la altura (por abajo y por arriba) de los otros, tanto en un acto lúdico, una broma, un suspiro, incluso un guiño hacia al deseo, a la carne pues. Y además darle tiempo (lección para los que supuestamente no tenemos limitaciones, yo no sé de que tipo) de entrarle al duro esfuerzo por adquirir el conocimiento.
Sea lo que fuera, la mirada positivista o la mirada estructural, mereció tu esfuerzo (me consta) para ponerte más allá de un diagnóstico que te condenaba a una condición de inútil que nunca aceptaste y por lo cual reclamaste un lugar que se quedó a la mitad del camino. Mi drama, Jesús Eduardo, es ser testigo de esta tu vida, cuando veo otras vidas, la mía misma, con la plenitud de las condiciones físicas, que no corresponden a las condiciones anímicas que fueron tu motor.
He vivido ya muchos duelos, tú eres otro más. Y esta vez que vuelve a pasar siento una gran necesidad de volver a pensar como niño, cuando me prometían que había otra vida, y que volvería a ver al que se fue.
Hoy sé, después de muchos desengaños, que nunca nos volveremos a ver, por eso es más profundo el dolor, solo quiero decirte que queda tu huella… en los que hablaran de ti, en los que te recuerden para bien, o para mal, Ten la seguridad, y eso si Jesús Eduardo, eso hace historia, la historia es la palabra en boca de los vivientes que te hacen histórico nombrándote, recordándote… piensa por ejemplo que uno de tus nombres a cuantos años siguen haciendo historia, también para mal o para bien, a ti para bien ese es mi deseo por el ambiente que advierto alrededor tuyo.
Un abrazo donde quiera que estés.
José Luis Maldonado Román