"...Tiene uno que quedar fascinado ante la gracia de una mano que dibuja promesas, o de unos ojos que cantan poesía, quien no ha perdido la tranquilidad cotidiana frente a un movimiento que parece sinfonía de labios y cabalgata de quejidos, cuando las pasiones de la imagen sacuden algo más que la mirada, surge el amor en el campo de lo imaginario, porque este amor surge de la imagen de la selva del otro. No se trata de la belleza en cumplimiento de las insignias sociales, más bien de un extraño hechizo que provoca el otro, cuando algo de la pinta de esa imagen me convoca a mi a un enigma de mi propia historia, es decir, en mi hay algo, que la imagen del otro me centellea y que tiene que ver con mi propia imagen, el amor en el registro de lo imaginario se nutre de los poderes del espejo y de los coloridos de lo erótico y que tiene que ver con la propia imagen y con el narcisismo...pero ahí viene lo simbólico, amar no sólo es acariciar tus sinuosas caderas, es también chupar con la lengua las cicatrices de tus abandonos, el enamorado, mientras más se hunde en el laberinto de su amada, más quiere perderse ahí, no importa que a él se le caiga el cabello,y a ella, se le llene de canas..."
Lo anterior fue leído en la presentación del libro "A cien años de la publicación de la Introducción del Narcisismo", en el marco de de la 10a. Cátedra CUMex en Psicología, Dra. Julieta Heres Pulido 2015 En la Facultad de Ciencias Humanas y Sociales de la UNICACH y tomada de la conferencia de Elí Morales Ascencio, de su ponencia magistral "Silencio, Muerte y Clínica", dictada en la Universidad de Zacatecas en 2011, también de la Cátedra CUMex, celebrada ese año.