viernes, 15 de agosto de 2008

La sexualidad, el deseo y el inconsciente en la obra de Sigmund Freud. A más de 50 años de su muerte.


LA SEXUALIDAD, EL DESEO Y EL INCONSCIENTE EN LA OBRA DE SIGMUND FREUD. A MAS DE 50 AÑOS DE SU MUERTE.

José Luis Maldonado Román

A Pedro por su trascripción hace ya, algunos años; y a Mario que cuando esto fue escrito apenas balbuceaba. También Ana María, mi Ana, a Carlos Sergio, Mi Cheko "ce n´a pas déjá été posible" enseñarte la musica de los Beatles..de los Rollings Stones...

“En una disciplina que no debe su valor científico sino a los conceptos teóricos que Freud forjó en el progreso, sino lo que le falta de su experiencia, pero que, por estar todavía mal criticados y conservar por lo tanto la ambigüedad de la lengua vulgar, se aprovechan de estas resonancias no sin incurrir en malentendidos, nos parecería prematuro romper la tradición de su terminología”.

“El objeto del psicoanálisis
no es el hombre, sino lo
que le falta”.

Jacques Lacan.


El 6 de abril de 1897, desde Viena, Sigmund Freud escribía a su amigo Wilhem Fliess: “…el chiste que se me ha escapado en la resolución de la histeria consiste en el descubrimiento de una nueva fuente, de la que deriva un elemento nuevo de la producción inconsciente. Me refiero a las fantasías, que, según veo, por lo general se remontaron a las cosas que los niños oyeron en época temprana y sólo con posterioridad entendieron…”; dos años más tarde, precisamente en los primeros días de enero de 1899 al mismo amigo le confía: “…Sólo te revelaré que el esquema del sueño es susceptible de la más universal aplicación, que en el sueño reside efectivamente, al mismo tiempo la clave para la histeria”. [*]

Estas confidencias epistolares marcan de manera importante los descubrimientos fundamentales que dieron pie a la teoría psicoanalítica, a saber: la sexualidad infantil y el hecho de que los sueños, las equivocaciones verbales, escritas y los olvidos entre otros fenómenos humanos son manifestaciones del Inconsciente.
Que hicieron posible estos descubrimientos y tales formulaciones teóricas? mucho hay escrito al respecto, aquí formulamos un ensayo que proviene del conjunto de discursos ya planteados que contemplan al surgimiento del psicoanálisis como producto de la intersección de 3 factores que de lo general a lo particular los enumeramos así:

De acuerdo a lo que la Ciencia de la Historia se encarga de precisarnos, esto es, el momento histórico social que precede - y también dentro del cual surge - el psicoanálisis. El escenario: Europa en la segunda mitad del siglo XIX, particularmente Freiberg, en Moravia, (actual Pribor, República Checa) donde las formas de producción feudal se tambalean con el acrecentamiento de la producción capitalista y que por ello, entre otras cosas, los conglomerados urbanos en crecimiento van adquiriendo importancia vital ante la doble concentración, por un lado de los emporios industriales sustitutivos de los ya caducos talleres artesanales, y por el otro, de masas de trabajadores provenientes la mayoría del campo ofreciendo su fuerza de trabajo.

De la Historia de la Ciencia, que nos muestra que la influencia de la cultura clásica alemana es el contexto principal, y que las posturas filosóficas de Kant, Hegel y Schelling comienzan a dar paso al positivismo de Augusto Comte y al materialismo de Ernest Brücke, quien posteriormente será maestro en la formación médica de Sigmund Freud. Al mismo tiempo, pero al margen de las instituciones y los recintos académicos Carlos Marx se encuentra trabajando para lo que a la postre será la publicación de El Capital. Es el momento también en que la medicina ha logrado arrebatar a la Iglesia el derecho no sólo de intentar explicar, sino a emprender el tratamiento o rehabilitación del enfermo mental, concretamente la psiquiatría ha logrado ganar terreno en la administración de la locura a la que considera como producto de alteraciones o daños en el sistema nervioso.

3° El último factor de esta intersección es la biografía de un personaje llamado Segismundo Freud, nacido el 6 de mayo de 1856 en ese pequeño pueblo Freiberg, y cuyo origen, repito, le permitirá verse liberado de muchos prejuicios que en cambio a otros limitará en el uso de sus capacidades intelectuales.

Así los hechos, advertimos en la vida de Freud una serie de situaciones y encuentros azarosos que permitirán, como podremos ver más adelante, entender las razones de su formación teórica e intelectual en la práctica de la medicina, de la neurología, sus estudios con Charcot en París, la utilización consecuente de la hipnosis hasta la invención del Psicoanálisis.[†] Cuando cuenta con apenas tres años de edad, su familia se ve obligada a trasladarse a Viena por problemas económicos de su padre, ahí iniciará sus estudios, permanecerá toda su vida sufriendo del antisemitismo imperante y del rechazo a sus ideas y descubrimientos. Conocerá a Martha Bernays, su futura esposa, encuentro que le servirá como catalizador de sus preocupaciones materiales y económicas que pesarán sobre el toda su vida; no deja de advertirse a través de sus cartas, la pasión hacia ella, pero también cierta actitud hacia la mujer que hoy se calificaría de misógina, actitud que sin embargo logró mantener al margen cuando propone una teoría sobre la sexualidad femenina, no obstante, o quizás por lo mismo, no dejara de reconocer las dificultades que para él implica abordar el problema de la feminidad, de la sexualidad femenina. [‡]

En 1885 cuando Freud cuenta con 29 años obtiene una beca para realizar un viaje de estudios y elige ir a París para estudiar con Charcot las manifestaciones de la histeria, los efectos del hipnotísmo y la sugestión. De regreso a Viena abre un consultorio y comienza a utilizar la técnica de la hipnosis mediante la cual logra que sus pacientes, generalmente del sexo femenino, recuerden el origen de sus síntomas, lo que lo lleva a producir las primeras elaboraciones teóricas sobre las causas de la histeria junto a su amigo médico y protector Joseph Breuer. [§]

A diferencia de las opiniones teóricas que en ese momento prevalecían y que afirmaban que los factores causales de la histeria obedecían a factores neurológicos, Freud afirmará que el (la) histérico (a) ha sufrido, en su primera infancia, alrededor de los 5 años, una seducción sexual por parte de un adulto, -historia que le referirán constantemente sus propios pacientes y que habría sido cometida, la mayoría de las veces, por parte de uno de sus progenitores- esta escena sexual, descubrirá Freud, viene a cobrar importancia en sus pacientes cuando alrededor de la pubertad, un segundo acontecimiento sexual (p.ej. la menstruación, una atracción amorosa, etc.) hace recordar y darle sentido a aquella primera escena, constituyéndose entonces como un trauma psíquico que vendría a producir el síntoma histérico. [**]

A estas alturas la divulgación de tales ideas por Freud en los círculos científicos vieneses ha producido conmoción y rechazo, los mismos amigos y maestros que en otro momento lo apoyaron, Charcot y Breuer entre ellos, reaccionarán con indiferencia sino es que con hostilidad ante tales argumentos, Freud no deja de asombrarse al relatar en su obra Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico (1914)[††] que estos mismos autores que se negaron a aceptar en público el papel de la sexualidad en la génesis de la histeria pero en privado hicieron afirmaciones que contradecían su actitud actual; Breuer por ejemplo, -relata Freud- al referirse a una paciente que estaba tratando, había comentado que “sus males estaban causados por secretos de alcoba” y Charcot por su parte ante un caso parecido había exclamado: “En estos casos se trata siempre de la cosa genital, siempre, siempre!”.[‡‡]

Cabe señalar un momento importante en la producción teórica freudiana y que muchos autores[§§] que dará lugar a nuevos descubrimientos, en el trabajo teórico y psicoterapéutico con sus pacientes; Freud comienza a encontrarse con problemas, hay momentos en que el tratamiento se bloquea, no avanza y desertan sus pacientes, aquí es donde el sentido autocrítico y la vigilancia de los conocimientos producidos se pone en juego en Freud, dejará de creer en su teoría del trauma provocado por una experiencia de seducción de la cual se quejan sus pacientes histéricas; ha descubierto que esa seducción de la que ellas le hablan, por lo general, más que haberla sufrido realmente es producto de fantasías inconscientes que desde su infancia tiene respecto a sus progenitores dando lugar al descubrimiento de algo que en esa época, -y aún ahora,- provocaría un verdadero escándalo en diferentes círculos europeos, esto es: La sexualidad infantil; y produce escándalo puesto que si ya era difícil aceptar el origen sexual de los síntomas histéricos, lo es más ahora el aceptar que el niño considerado ingenuo e inocente, alojara en su interior fantasías de índole sexual hacia los adultos y particularmente hacia sus padres.

Los primeros años del siglo XX marcan 2 cambios fundamentales en la teoría y técnica freudianas, el primero consiste que de la utilización de la hipnosis ha derivado la técnica de la asociación libre, de lo que se trata ahora es conminar a hablar a los pacientes de todo cuanto se les ocurra, ya que no todos los pacientes son susceptibles de ser hipnotizados y además porque la cura mediante hipnosis produce solo la desaparición temporal de los síntomas; el segundo cambio se refiere que, con el descubrimiento de las fantasías infantiles inconscientes, a Freud deja de interesarle la indagación y la veracidad de la queja de seducción de sus pacientes como una hecho palpable y comprobable, ahora le interesa que sus pacientes hablen, ya que ha encontrado la existencia de 2 niveles de realidad, la realidad externa, y otra, que es la realidad psíquica, donde ésta última no está sujeta a hechos realmente sucedidos, lo cual no importa porque aún siendo fantasías pueden producir un efecto patógeno y esa seducción de la cual el paciente se queja es, a fin de cuentas, su verdad, aunque no sea la verdad de los demás.

Entre 1893 y 1895 con la publicación de los Estudios sobre la histeria se marca el momento de transición entre el Freud médico y neurólogo, y otro, que comienza a escuchar de sus pacientes que sus síntomas obedecen a otro orden fuera de lo orgánico. Y es que, hasta entonces, las histerias acudían al médico gritando con sus síntomas, llevando su cuerpo sufriente, paralizado en ciertas partes, con extraños dolores en otras, con síntomas que asemejan el orgasmo o el parto, muchas de ellas jóvenes solteras y castas y cuando éstas jóvenes acudían al médico por sus síntomas, se encontraban con que éste buscaba incesantemente la causa orgánica del trastorno con el peor de los casos comunicaba a la familia su diagnóstico: “esta muchacha está enferma de los nervios, o está fingiendo”.[***]

Este era el panorama al cual Freud se enfrentó en aquel momento y será su insatisfacción a las explicaciones fáciles de cierta lógica médica de su tiempo que lo lleva a hacer una lectura diferente de ese cuerpo sufriente.

Es necesario detenerse aquí un momento y preguntar: ¿porqué se produce la histeria? o, cómo es la histeria? la primera pregunta rebasa los límites de esta presentación; la segunda referida a como se presenta la histeria, cual es su fenomenologìa presenta menos dificultades. Desde los griegos hay una relación entre histeria y útero, lo que llevaba a considerar que la enfermedad era únicamente femenina, Freud descubre que tal fenómeno poco tiene que ver con el sexo biológico y demuestra que puede estar presente también en los hombres, en esa época se presentaban con síntomas bastante agudos, generalmente de naturaleza somática, hoy aún, en México, en algunos lugares particularmente en la provincia y curiosamente en aquellos lugares cuya tradición religiosa se remonta desde la época de la colonia, podemos enterarnos de algunas jovencitas, que en versión de sus familiares, se encuentran poseídas por algún espíritu presentando repentinos desmayos, extraños trastornos de la piel, dramatizaciones sin motivo aparente, etc., y donde no los médicos sino los ancianos del lugar con esa sorprendente sabiduría que en ocasiones poseen, les lleva a decir a los padres afligidos de la enferma: “es una enfermedad de soltera, cuando se case se le quitará”, lo que sorprendentemente, con frecuencia así sucede; desaparece el síntoma, probablemente aparecerán otros.

En la actualidad, y sobre todo en las regiones de mayor desarrollo social y económico, la histeria se presenta bajo otras formas; de manera más sutil, la queja se refiere en ocasiones a que sus relaciones amorosas terminan siempre en la misma historia: abandono y olvido por parte de la persona amada, o simplemente, el persistente sentimiento de no sentirse amado o amada como creía…de repente, en la relación, se acabó el encanto. “Nadie me quiere”, dirán muchas veces pero lo que falta ahí decir y que solo un proceso analítico les podría llevar a descubrir, es que: “nadie me quiere…de aquellos que yo quisiera que me quisieran”* porque justamente aquellos de quienes tiene asegurado su amor no le interesan a ella, el que le interesa es aquel, aquel que permanece lejano, incluso indiferente, fuera de su alcance; y por eso sufre, y sufre de veras.

Existen dos casos interesantes que presenta el psicoanalísta Luciën Israel[†††] en su texto ya comentado, con respecto a estos fenómenos y que muestran cómo, de lo que se trata en la histeria, sin saber deseando, es de mantener insatisfecho el deseo.

El primer caso se refiere a una paciente que un buen día llega a pedirle tratamiento porque nunca había logrado satisfacción sexual en su relación matrimonial, después de varios meses de tratamiento, en una de sus citas llega y dice: “Ya sucedió doctor, he gozado con mi marido”, este psicoanalista relata que mentalmente se restregó las manos pensando que ese análisis iba por buen camino y que estaba cerca su terminación. Sin embargo, después que su paciente le relató los hechos de la semana y hacia el final de su sesión, la paciente le dijo, “Doctor, había olvidado decirle que ahora puedo gozar con mi marido, pero a partir de hoy no volverá a acostarme con él”.

El otro caso refiere a una amiga del mismo Luciën Israel, a su parecer profundamente histérica, la cual un día le cuenta con exaltado entusiasmo lo mucho que le gusta la buena carne, por lo que él, ante la efusividad de la amiga decide invitarla junto con el marido a un restaurante donde la carne es exquisita, al otro día, cuando llegaron al citado lugar, la amiga histérica…pidió pescado.

Hace un momento se mencionó una condición clave de la histeria pero también en la teorización del Psicoanálisis: “mantener insatisfecho el deseo”, pero, de que Deseo se trata? Lo que debe quedar muy claro al respecto en el marco del psicoanálisis, es que se trata del deseo que poco o nada tiene que ver con las necesidades corporales, y que en al interior del psicoanálisis se trata del deseo inconsciente lo cual es vital para incursionar en la estructuración del sujeto humano.

Si bien desde las primeras pacientes de Freud lo que encontramos de manera reiterada es esta denuncia de que el deseo nunca encuentra el objeto de su plena satisfacción, esto no quiere decir que tal imposibilidad sea propia de la histeria, porque lo que hace la histérica es gritarlo con sus síntomas de una manera que a veces pareciera hasta escandalosa, pero también es una imposibilidad que se manifiesta bajo otras formas en el neurótico obsesivo y en el perverso por excelencia; es una imposibilidad de todo sujeto humano.

Otro ejemplo podría ilustrarnos al respecto, hace algún tiempo un conocido psicoanalista, tratando de mostrar mediante una metáfora lo tormentoso del deseo respecto a su objeto de satisfacción y de la relación del niño con la madre, decía más o menos: “Había una vez un ojo humano que deambulando por los caminos que su destino le permitía, se encontró a su paso un calidoscopio, y ese ojo, curioso, se acercó a la mirilla del aparato quedando cautivado, sorprendido y enamorado de esa bella figura de múltiples colores y formas que ahí, por primera vez estimulaban su pupila. Pero el calidoscopio por una u otra razón se movió desapareciendo la figura, fugándose y apareciendo otra. Y ese ojo, con angustia primero con anhelo después, le pidió a la mano moviese el calidoscopio, buscando y tratando de encontrar aquella primera figura que el ojo había visto. Aparecieron otras figuras de diferentes colores y formas de las cuales el ojo se enamoró, con unas fortuitamente, con otras apasionadamente, pero no, en éstas a la que seguía buscando era aquella primera…y en eso se nos va la vida”. Y es que el deseo tiene que ver con eso, con la búsqueda de algo o alguien, que nunca lo colma, nunca lo satisface y que cuando pareciera que lo ha encontrado, solamente ha sido una ilusión.

Es en 1900, con la publicación de la Interpretación de los Sueños donde Freud devela el secreto y el sentido que encierran éstos,[‡‡‡] dirá que en el sueño, se produce el cumplimiento del deseo inconsciente bajo leyes que operan tanto en la vida psíquica normal, como en la denominada anormal o patológica, ya que Freud encontrará que los síntomas de sus pacientes son formas bajo las cuales se manifiesta el Inconsciente, pero que también los sueños, actos fallidos, el chiste son formas también de manifestación de ese deseo en los sujetos denominados normales. Al respecto, y posterior a la publicación de esta obra, Freud publicará otras más que resultarán también importantes por su articulación con los esquemas fundamentales de la teoría psicoanalítica, Psicopatología de la vida cotidiana (1901) donde queda de manifiesto que más allá de los síntomas denominados neuróticos, el inconsciente se expresa en la vida cotidiana de todo sujeto humano y que las leyes bajo las cuales se produce y manifiestan los síntomas neuróticos, son las mismas que están presentes en la formación de los sueños, actos fallidos y el discurso mismo del sujeto humano, Tres ensayos para una teoría sexual (1905) que remite a la sexualidad infantil y a la precariedad con la que todo ser humano puede “aspirar” a una “genitalidad sexual”, obra que demuestra que el chiste es producto de leyes del funcionamiento del aparato psíquico y que no hay, quizás, forma más seria para referirse a la Sexualidad y al Inconsciente que mediante el chiste.

[*] Freud, Sigmund. Obras Completas.-Fragmentos de la correspondencia con Fliess.- (1950 [1892-99]) Tomo I, Ed. Amorrortu. Buenos Aires.-p. 285 y p. 318.
[†] Al respecto vale la pena transcribir el comentario que Sara Glasman hace a la obra de Lucien Isräel “El Goce de la Histérica”, donde nos dice: "Érase una vez una mujer, que no sabía que significaba ser mujer para el deseo del hombre, y decidió acudir a preguntarlo a quien presuntamente podía saberlo: un médico. Le llevó su cuerpo sufriente. Dibujó en él una anatomía diferente. Recibió como respuesta la pintura de un cuadro clínico que debía organizar sus síntomas según un ordenamiento de la lógica médica. Una estética de la muerte, cuando ella demandaba por una ética de vida. Deambuló por diagnósticos, pronósticos, tratamientos, denunciando constantemente la impotencia de un presunto saber. Como era su cuerpo el que gritaba, sólo un médico podía descifrar su pregunta…..a condición de escucharla. Y de ese encuentro con quién decidió poner en juego su oreja, nació el Psicoanálisis. Elogio, entonces, de la histérica: es fundadora, pero a condición de descubrir luego su trampa".
[‡] A quien le interese ahondar en esta cuestión se recomienda consultar, del mismo autor, Sobre la Sexualidad Femenina (1931) y la 33ª. Conferencia: La Feminidad (1933) en los tomos XXI Y XXII respectivamente de la Ed. Amorrortu.
[§] Testimonio de este periodo breve pero fecundo de colaboración se encuentra en una obra mutua: Estudios sobre la Histeria, Tomo II, ED. Amorrortu.
[**] Dos referencias al respecto: la conocida carta 69 en los Fragmentos de la Correspondencia con Fliess (1950) mencionada más arriba y su Proyecto de Psicología (1950), donde aborda el famoso caso Emma en relación a las escenas traumáticas en la histeria.
[††] Ver Obras Completas de S. Freud, Tomo XIV, Ed. Amorrortu, p. 13.
[‡‡] Ibid.
[§§] Ver Psicología, Ideología y Ciencia (Braunstein y cols.) y Psiquiatría, teoría del sujeto, psicoanálisis (hacia lacan) de Néstor Braunstein. Ed. Siglo XXI.
[***] Israêl, Lucien. El Goce de la Histérica. Ed. Argonauta. España 1979.
[†††] Ibíd.
[‡‡‡] Mannoni, Octave. Freud el descubrimiento del Inconsciente. Ed. Nueva Visión. Buenos Aires. 1987.

jueves, 7 de agosto de 2008

ANOTACIONES EN TORNO AL CASO SCHREBER

ANOTACIONES EN TORNO AL CASO SCHREBER (*)

Psic. José Luis Maldonado Román

Aún cuando las Memorias de un Enfermo Nervioso de Daniel Paul Schreber (1842-1914) fueron publicadas en 1903, Sigmund Freud solamente tuvo acceso a ellas 6 años después, sin embargo, de inmediato se puso a trabajar al respecto, manifestando a Sandor Ferenczi su sorpresa por la semejanza se su Teoría de la Libido con los contenidos delirantes de ese autor. Producto de esto sería la publicación por parte de Freud de su obra: Acerca de una Psicosis Paranoica descrita Autobiográficamente (1910),1 en la que nos muestra –como lo señaló J. Lacan en su seminario de noviembre de 1955- la atención fascinada de Freud, quien basándose solamente en esos testimonios logró hacer una profunda reflexión sobre la psicosis paranoica, mostrándonos cómo estaba estructurado el mundo psicótico y cuáles eran sus mecanismos constitutivos, descifrando las Memorias del mismo modo como se descifran los jeroglíficos... con genialidad lingüística.2
No hay que olvidar, tal y como lo afirma Morton Schatzman, que Freud ignoraba todo lo relativo a la infancia y estructura familiar de Schreber, lo cual no fue impedimento para que, mediante el análisis de los delirios descritos en sus Memorias, el creador del Psicoanálisis pudiera adelantar algunas hipótesis sobre su biografía. Schreber ocupa un lugar singular en los casos clínicos publicados por Freud ya que no fue atendido ni conocido personalmente por el autor, pero de acuerdo a la información que se tiene actualmente de su familia, su historia clínica e incluso datos acerca de su muerte y un informe médico post mortem, confirman las hipótesis freudianas al respecto así como las intuiciones de Freud de la existencia de un hermano mayor y un padre....terrible y poderoso.
¿Quién fue Daniel Paul Schreber?: Un eminente abogado que llegó a ser Presidente de la Suprema Corte de Justicia del Reino de Sajonia, a los 42 años enloqueció y volvió a recaer de manera definitiva 8 años después. Su padre fue Daniel Gottlieb Moritz Schreber (1808-1861) famoso y destacado médico y pedagogo alemán, por su influencia muchos jardines de niños llevaron su apellido; sus preceptos, valores morales y familiares rígidos y autoritarios le han valido ser considerado como precursor espiritual del fascismo, Hitler y sus seguidores fueron educados cuando los libros del Dr. Schreber eran muy populares (Schatzman, 1994).3 Además de Daniel Paul, quién ocupó el 3er. Lugar en la familia, tuvo 4 hermanos más: Gustav quien se suicida; Anna de quien una revista francesa especializada señala que se desposó con Jung (Carl Gustav?); Sidonie, quien muere soltera y mentalmente no del todo bien; finalmente Klara quien estuvo al tanto de la suerte de su hermano Daniel Paul hasta su muerte. Su madre se llamó Paul-ina Hasse.
La brillante presentación de sus Memorias, la grandeza artística de sus delirios y su trayectoria profesional como abogado, constituyeron los elementos para una apelación a la sentencia, en la que en virtud de su condición de loco, había sido inhabilitado y puesto bajo tutela en 1900. Auxiliado por su abogado, estos escritos fueron un ingenioso e inteligente intento de apelación, no creía que la paranoia diagnosticada por los psiquiatras le impidiera asumir sus responsabilidades, él argumentaba que su delirio era un problema médico y que su incapacidad civil era un problema jurídico -cuestión que debiera ser cuidadosamente reflexionada en la práctica de la psicología y psiquiatría institucional. Es Maud Mannoni quien al respecto hace esta reflexión refiriéndose a que Henry Ey había puesto en consideración la posición ambigua del psiquiatra: por un lado está al servicio de un paciente cuyos derechos debe defender, pero se encuentra en una posición donde debe ejercer como auxiliar de policía en un proceso de internación, que constituye un proceso de obligación a aceptar la cura; Mannoni concluye al respecto: “Es imprescindible recordar aquí que el discurso sobre el saber psiquiátrico no es un discurso científico; se trata de un conjunto de hipótesis y de instrumentos de trabajo. Nada más peligroso, entonces, que asignarles a las conclusiones médicas el carácter inapelable de una sentencia”.4 Añadiríamos también, por nuestro lado, lo peligroso que es emitir recomendaciones o consejos a la ligera, como se viene haciendo últimamente en determinadas prácticas psicoterapéuticas, inclusive a través de los medios de comunicación masiva, para remediar los llamados problemas emocionales y de conducta.
Llama la atención los argumentos que el Tribunal de Dresde utilizó para absolver de su locura a Schreber: El paciente no era derrochador y no hacía correr ningún peligro al patrimonio familiar. Estos criterios determinaron la tarea de los jueces y no los delirios de Schreber.
Regresando a Freud, ¿Cuál fue su hipótesis acerca de la base de la enfermedad de Schreber?, para él, ésta se encontraba en la brusca aparición de un impulso homosexual. Lacan discute lo anterior, ese impulso homosexual sería una condición concomitante de su enfermedad, de lo que se trata es de una falla de la palabra paterna, y aquí lo paradójico, ¿cómo entender que exista una falla de este tipo siendo que el padre, como se ha visto, gozaba de prestigio, poder social y familiar, si era incluso, un padre avasallador? Desde Lacan, -y porqué no decirlo, Lacan desde Freud- se puede encontrar la lógica a esta situación paradójica: y es que habría que considerar al Padre –desde el punto de vista estructural- constituye un lugar en la estructura psíquica del sujeto, lugar que puede ser ocupado por cualquiera, cualquiera en el sentido que sea quien se apropie del niño como objeto metonímico de su deseo, que se apropie y que no lo suelte. Se sabe ahora que el padre de Schreber, persona sumamente dominante y rígida, se ocupó desde las etapas muy tempranas de los cuidados y educación de su hijo bajo principios sumamente inflexibles; Paulina, la madre, era una persona débil y enfermiza. El padre de Schreber –se insiste, desde el punto de vista estructural- ocupó en realidad el lugar de la Madre, y en este lugar al ser ocupado por aquél, dejó sin posibilidad la presencia....de un Padre, de la Ley.


Aún cuando Freud deja asentado que la aparición del impulso homosexual fue la condición base de la enfermedad de Schreber, Lacan permite advertir una condición significativa que se produce cuando aparecen los síntomas, éstos dan cuando recién ha sido nombrado Presidente de la Suprema Corte de Justicia, ha sido nombrado representante de la Ley, ha sido nominado como Padre; se sabe también que Daniel Paul Schreber murió lamentando no haber tenido hijos, no tuvo ocasión de enfrentarse al problema de la Paternidad, hasta que fue nombrado Presidente.







1 Freud, Sigmund. Acerca de una Psicosis Paranoica Descrita Autobiográficamente.-Obras Completas. Tomo XII. Amorrortu Editores. Buenos Aires. 1990.
2 Lacan, Jacques. La Psicosis.-Seminario 3.-Editorial Paidós. Buenos Aires, Barcelona, México. 1995.
3 Shatzman Morton El Asesinato del Alma. Editorial Siglo XXI. México. 1994.
4 Mannoni, Maud. La Educación Imposible. Editorial Siglo XXI. México. 1982.
(*) Publicado en “Gaceta de Salud Mental y Psiconeurociencias”. Volúmen 1, número 3, 1999, Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. México.
(**) El cuadro de la Genealogía de los Schreber fué tomada del artículo La Extraordinaria Familia Schreber, publicado en la Revista Francesa de Psicoanalisis Silicet (número 4) en 1973, por política de la revista omiten el nombre del autor, sin brindar mayores explicaciones